San Juan Pablo II, el Papa que vino del frío y descubrió España

Con motivo de nuestra próxima actividad cultural SEMINARIO+JORNADA  «JUAN PABLO II: UN VIENTO DEL NORTE, KAROL WOJTILA» en conmemoración del 40 aniversario de su Pontificado.

San Juan Pablo II, el Papa que vino del frío y descubrió España

Por José Luis Orella Martínez, Profesor de Historia Contemporánea de la Universitas Senioribus Ceu

Karol Józef Wojtyla, nació el 18 de mayo de 1920 en Wadowice, al sur de Polonia. El recién nacido era hijo de Karol Wojtyla, un militar del ejército austro-húngaro, y de Emilia Kaczorowska, una profesora de colegio de origen lituano. Su madre falleció poco después a causa de problemas del riñón y del corazón en 1929. Su padre le enseño desde entonces a tener devoción a la Virgen. Tres años más tarde dejó de existir su hermano Edmund quien, recién graduado de médico, se contagió de una fiebre escarlatina al tratar a sus pacientes.

Se estableció con su padre en Cracovia en 1938. En la histórica ciudad decidiría estudiar filología polaca en la Universidad Jagellónica y también simultanearla con su vocación artística en la escuela de teatro. Sin embargo, al año siguiente con el inicio de la II Guerra Mundial, la universidad fue cerrada por los ocupantes alemanes y los profesores universitarios fueron detenidos y deportados a un campo de concentración. El joven universitario sobrevivió trabajando en una cantera de una fábrica química.  En 1941 falleció su padre, sintiendo la soledad más absoluta. Al año siguiente, se inscribió en las clases de formación del seminario clandestino de Cracovia. Al mismo tiempo también participó de la resistencia frente al ocupante, como fundador del ‘Teatro Rapsódico’, también clandestino, donde perduraba y se divulgaba la cultura polaca prohibida.

Terminada la Segunda Guerra Mundial continuó sus estudios en el Seminario Mayor de Cracovia y en la Facultad de Teología de la Universidad Jagellónica, hasta su ordenación sacerdotal el 1 de noviembre de 1946 de manos del Arzobispo príncipe Sapieha. Se doctoró en Teología con la tesis “El acto de fe en la doctrina de San Juan de la Cruz”, un místico carmelita español que le había sido descubierto por su sastre. Nombrado profesor de Teología moral y Ética social del seminario metropolitano de Cracovia en 1953, comenzó al año siguiente a impartir clases de Ética en la Facultad de Filosofía de la Universidad Católica de Lublin, en la que dos años después fue nombrado director de dicha cátedra. En 1958 fue nombrado Obispo Titular de Olmi y Auxiliar de Cracovia por Pío XII y en septiembre recibió la ordenación episcopal de manos del Arzobispo Eugeniusz Baziak. En enero de 1964 fue nombrado Arzobispo de Cracovia por Pablo VI. Participó de forma activa como experto en el Concilio Vaticano II.  En 1967 Pablo VI lo nombró cardenal. El 16 de octubre de 1978 el mundo se sorprendía cuando era proclamado Papa con el nombre de Juan Pablo II. El primer Papa eslavo y no italiano durante siglos.

Durante los 27 años de su pontificado, la Iglesia Católica se visualizó de una manera enorme, siendo nombrado en 1994 la persona más influyente del mundo por la revista Time. El pontífice polaco llegará a visitar 127 países y duplicará las relaciones diplomáticas existentes, llegando a 173 países. Su perfil lingüístico, hablaba diez idiomas, entendía cuatro más y tenía conocimientos de otras cuatro, le permitía una gran cercanía. Su carisma con los jóvenes le permitirá afrontar problemas reales de aquella generación, desde la concepción de la persona humana, el amor y el sexo y la relación del trabajo con la dignidad humana. Su protagonismo será determinante en el hundimiento del comunismo, sin que aquello significase un reconocimiento favorable del capitalismo salvaje, al que siempre criticará. El Papa polaco será crítico con los seguidores de monseñor Lefebvre, opuestos al Concilio Vaticano II, y con los propulsores de la Teología de la Liberación, por la asimilación de la lucha de clases en el cristianismo. También aumentará de forma importante el número de Santos, especialmente mártires, como será el caso de los asesinados durante la persecución religiosa en la Guerra Civil española o en la Guerra Cristera en México.

El Papa eslavo nunca olvido ser polaco, en su primera visita a Polonia en 1979, un tercio total del país acudió a verle, y su respaldo al sindicato libre de Solidaridad, surgido en los astilleros de Gdansk, y liderado por el electricista Lech Walesa, contó con todo el apoyo de la Iglesia Católica.

En el caso español, Juan Pablo II visitará España por primera vez en 1982. La Iglesia estaba en manos del arzobispo de Oviedo, Gabino Díaz Merchán, presidente de la Conferencia Episcopal, en sustitución del cardenal Vicente Enrique y Tarancón, todavía arzobispo de Madrid, en febrero de 1981. Monseñor José Delicado Baeza, arzobispo de Valladolid, era el vicepresidente. Desde junio de 1982, y el entonces obispo de León, Fernando Sebastián Aguilar, era el secretario general de la CEE. La frase «Testigo de Esperanza» fue el lema de la visita apostólica. Que quedó organizada con visitas a 18 ciudades (Madrid, Ávila, Alba de Tormes, Salamanca, Guadalupe, Toledo, Segovia, Sevilla, Granada, Loyola, Javier, Zaragoza, Montserrat, Barcelona, Valencia, Moncada, Alcira y Santiago de Compostela). Juan Pablo II pronunció en España un total de 57 discursos. Pero los actos centrales de la visita fueron: la Misa de las Familias de la plaza de Lima de Madrid, el 2 de noviembre, en la que participaron en torno a millón y medio de personas, y el encuentro con los jóvenes, en el estadio Santiago Bernabeu, donde participaron en torno a medio millón de personas.

En la Plaza de Lima Juan Pablo II habló sobre la importancia fundamental de la familia en los siguientes términos:

“La familia cristiana se construye desde el matrimonio, que es sacramento, imagen del amor de Jesucristo a su Iglesia, visibilización del amor de Dios. La gracia sacramental del matrimonio debe ser renovada constantemente. Un camino adecuado y fecundo para la renovación de la gracia de este sacramento es la constante conversión del corazón.

El matrimonio cristiano es una comunión de amor indisoluble, que exige plena fidelidad, de modo que cualquier ataque a la indisolubilidad matrimonial, a la par que es contrario al proyecto original de Dios, va también contra la verdad y la dignidad del amor conyugal.

El matrimonio es asimismo una comunidad de amor indisoluble ordenada la vida, como continuación y complemento de los mismos cónyuges. Por ello, quien negara la defensa a la persona humana más inocente y débil, a la persona humana ya concebida, aunque todavía no nacida, cometería una gravísima violación del orden moral. Nunca se puede legitimar la muerte de un inocente. Se minaría el mismo fundamento de la sociedad. ¿Qué sentido tendría hablar de la dignidad del hombre si no se protege a un inocente o si se llega incluso a facilitar los medios o servicios, privados o públicos, para destruir vidas humanas indefensas?»

El servicio conyugal a la vida no se limita a su transmisión física. Los padres son los primeros educadores de sus hijos. Se trata de un deber y de un derecho primario, insustituible e inalienable. La familia debe ser la primera escuela, el primer templo, el primer seminario. Los padres son los primeros e insustituibles testigos de la fe y de los valores”.

Cuando después de diez días, concluyó su visita en Santiago de Compostela, se refirió a los españoles con estas palabras: «Con mi viaje he querido despertar en vosotros el recuerdo de vuestro pasado cristiano y de los grandes momentos de vuestra historia religiosa. Sin que ello significase invitaros a vivir de nostalgias o con los ojos puestos sólo en el pasado, deseaba dinamizar vuestra virtualidad cristiana. Para que sepáis iluminar desde la fe vuestro futuro y construir sobre un humanismo cristiano las bases de vuestra actual convivencia».